En el nuevo campo de la medicina, llamado la neurocardiología, los científicos han descubierto que el corazón posee su propio sistema nervioso intrínseco, con una red de más de 40000 neuronas relacionadas entre sí formando lo que han llamado el “cerebro cardiaco”. Es tal la sofisticación de este cerebro que se ha comprobado que provee al corazón de la capacidad de sentir independientemente, por tanto capacidad de procesar (aprendizaje), almacenar información (memoria), y tomar decisiones. En esencia el corazón aparece ahora a la luz de la ciencia como un verdadero sistema inteligente.
Las investigaciones también han demostrado que no sólo es una bomba para propulsar la sangre, o un pequeño cerebro, es además una glándula que entre otras sustancias secreta “OXITOCINA” –conocida como la hormona del amor-, se ha además comprobado cómo a los 22 días de vida embriónaria ya hay un pequeño tubo latiendo al que llegan células provenientes del timo que luego se especializan y forman las aurículas, Apenas ahora se está comenzando a entender los efectos de los campos electromagnéticos producidos por el corazón, hay evidencias que la información contenida en el poderoso campo generado por éste puede jugar un papel vital en la sincronización de las funciones de todo el cuerpo e incluso puede afectar también a quienes nos rodean. La investigación también indica que el corazón es la pieza clave del sistema emocional. Los científicos ahora comprenden que el corazón no sólo responde a la emoción, sino que las señales producidas por la actividad rítmica juegan una parte crucial en el proceso de determinar la cualidad de nuestra experiencia emocional minuto a minuto.
Las señales cardíacas tienen además un impacto profundo en las funciones cognitivas y perceptivas gracias a la amplia red de comunicación con el cerebro. Finalmente rigurosos estudios electrofisiológicos realizados por el Instituto de matemáticas del corazón indican que el corazón juega también un papel fundamental en el proceso intuitivo.