La ansiedad es un estado de ánimo caracterizado por la espera de un peligro inminente e indeterminado cuando en realidad se vive una situación normal y que pasa a ser patológico cuando por su frecuencia, intensidad o duración se convierte en un estado permanente. Suele ir acompañado de reacciones de tipo neurovegetativo como tensión muscular, sudoración profusa, palidez, estimulación de las glándulas secretoras, cambios en la secuencia respiratoria, aumento de la presión arterial y del ritmo cardiaco, etc. Cuando el cuadro descrito es intenso podríamos hablar de angustia que es el término apropiado cuando la emoción se ha somatizado intensamente.
Ambas están íntimamente relacionadas aunque la ansiedad es más psíquica y la angustia tiene un marcado carácter somático. En cualquier caso, las dos son emociones de tipo intenso que generan una evidente reacción del sistema nervioso vegetativo.
Podemos decir que la ansiedad es una emoción ligada a la propia existencia del hombre y que en una situación normal es controlada por el mismo. Nos acompaña durante nuestra evolución aunque en ocasiones -como en la adolescencia- se puede presentar de forma más frecuente e intensa, quizás debido a los cambios por adaptación, autodeterminación, afianzamiento de la personalidad, etc.
Caso distinto es la ansiedad patológica que acompaña a enfermedades graves -como las mentales-, la que acompaña a patologías terminales o la que se da en el alcoholismo, el hipertiroidismo, la drogodependencia o las enfermedades físicas agudas.
Hay también ocasiones en las que la ansiedad se puede exacerbar debido a influencias tanto exógenas como endógenas y se presenta lo que se llama crisis de ansiedad aguda donde ya se ve comprometido de forma seria el sistema nervioso vegetativo presentando un cuadro que amenaza el equilibrio mental y físico.
En general los estados de ansiedad que amenazan la conducta no pueden ser modificados apelando a la voluntad del sujeto que la padece por lo que se debe modificar terapéuticamente la situación tanto en el plano bioquímico como en el psíquico a fin de poder modificar los factores que desarrollan esta alteración.
RECOMENDACIONES GENERALES
-Lo idóneo es averiguar ante todo qué genera la ansiedad (sea la causa endógena o exógena).
-Se debe intentar también controlar -o modificar- todo factor subjetivo que la genere.
-Descanse de forma adecuada y suficiente durante la noche.
-Evite toda sustancia que produzca excitación nerviosa.
-Cabe llevar a cabo trabajos de psicoterapia encaminados a resolver la situación y someterse a terapias como meditación, visualizaciones, técnicas de relajación, yoga, taichi, etc.
-Realice actividades al aire libre con regularidad a fin de provocar sensaciones agradables.
-Elimine la ingesta de café y de cualquier otra sustancia con cafeína ya que estresan las cápsulas suprarrenales incidiendo directamente en la respuesta del sistema nervioso. Dosis superiores a siete tazas de café pueden provocar hasta ataques de pánico.
-Recuerde que el tabaco aumenta la secreción de adrenalina por lo que -como en el caso del café- altera la función de las cápsulas suprarrenales.
-Limite la ingesta de azúcares refinados -y, por tanto, de bollería industrial- ya que irritan el sistema nervioso.
-Siga una dieta baja en grasa ya que ello minimiza la vulnerabilidad ante la ansiedad.
-Consuma hidratos de carbono complejos -no refinados- ya que favorecen la síntesis del triptófano que luego se transforma en serotonina, transmisor de conocida actividad sedante. Son también necesarios para suplir una posible mayor necesidad energética.
ALIMENTOS BENEFICIOSOS
-Aguacates. Ricos en ácidos grasos esenciales omega-6, fosfolípidos, vitamina E, hierro y vitamina B6.
-Almendras. Fortalecen los nervios y tonifican los músculos. Contienen calcio, magnesio y potasio favoreciendo el equilibrio del sistema nervioso.
-Anacardos. Ricos en magnesio y vitaminas B1 y B2 cuya carencia produce nerviosismo e irritabilidad.
-Avena. Aporta hidratos de carbono, ácidos grasos esenciales y vitaminas del grupo B. Además contiene una sustancia llamada avenina de suave acción sedante.
-Cereales integrales. Aportan hidratos de carbono y vitaminas del grupo B, indispensables para el buen funcionamiento del sistema nervioso.
-Espinacas, berzas, hojas de remolacha y brécol. Recomendadas por su riqueza en ácido fólico y otras vitaminas y minerales.
-Frutos secos. Ricos en ácidos grasos esenciales además de lecitina y fósforo lo que favorece el buen estado del cerebro. Los piñones contienen vitamina B1, muy importante para el sistema nervioso.
-Garbanzos. Aportan proteínas, hidratos de carbono y vitaminas del grupo B de forma bastante equilibrada.
-Germen de trigo. Tiene un gran valor nutritivo ya que contiene proteínas, grasas insaturadas, vitaminas y minerales que equilibran y tonifican el sistema nervioso. Contiene además octacosanol, sustancia que aumenta la resistencia a la fatiga y mejora el rendimiento. Excelente fuente de nutrientes para las neuronas.
-Jalea real. Nutre y tonifica el sistema nervioso combatiendo la astenia y el cansancio.
-Lechuga. Por su acción sedante.
-Lecitina de soja. Fosfolípido que forma parte de la membrana de las neuronas y facilita la transmisión de los impulsos nerviosos.
-Levadura de cerveza. Rica en vitaminas del grupo B y otras vitaminas y minerales es tonificante y revitalizante.
-Malta no torrefactada. Puede sustituir al café sin el inconveniente de la excitabilidad y además es digestiva.
-Miel. Ejerce un suave efecto sedante.
-Nuez de brasil. Rica en vitamina B1, necesaria para la estabilidad del sistema nervioso.
-Nueces. Ricas en ácidos grasos esenciales, lecitina, fósforo y vitamina B6 que tonifican el sistema nervioso.
-Piñones. Contienen vitamina B1, hierro y proteínas. Muy nutritivos y tonificantes.
-Plátano. Ricos en vitamina B6, hidratos de carbono, potasio y magnesio cuya carencia favorece la ansiedad.
-Polen. Es un concentrado de nutrientes con efectos tonificantes y revitalizantes.
-Yogur. Contiene bacterias que aumentan la producción de factores vitamínicos del grupo B, unas vitaminas indispensables para la funcionabilidad del sistema nervioso.
COMPLEMENTACIÓN
-Vitamina B1. Su deficiencia está asociada a irritabilidad, inestabilidad emocional, nerviosismo y depresión. Juega un papel indispensable en el funcionamiento del tejido nervioso.
-Vitamina B3. Interviene en el proceso de síntesis de determinados neurotransmisores, entre ellos la serotonina cuya deficiencia puede provocar cuadros de inestabilidad emocional, irritabilidad, fatiga, depresión, confusión mental, etc. Estudios del Dr. Abrahan Hoffer la reconocen con capacidad para modificar conductas psíquicas alteradas. Debe facilitarse al paciente en forma de nicotinamida ya que es la forma con la que pasa con mayor rapidez de la sangre al líquido cefalorraquídeo.
-Vitamina B5. Es importante porque interviene en la síntesis de hormonas corticosuprarrenales (aldosterona, corticosteroides y estrógenos).
-Vitamina B6. La formación de serotonina a partir del triptófano y ácido gammaaminobutírico (GABA) a partir del ácido glutámico requieren sustancias dependientes de vitamina B6 lo mismo que la formación de tirosina. En este caso es indispensable asegurar una buena fuente de esta vitamina.
-Vitamina B9. Interviene en la formación de algunos neurotransmisores, entre ellos la serotonina -que regula el estado de ánimo y el sueño- y la noradrenalina. Hay estudios que hablan de la relación entre la deficiencia de esta vitamina y la aparición de trastornos de la conducta.
-Vitamina B12. Es una vitamina con actividad protectora sobre las terminaciones nerviosas; además, su deficiencia está asociada con la ansiedad y el nerviosismo.
-Vitamina C. Situaciones como las generadas por los estados de ansiedad continuados provocan inexorables pérdidas de nutrientes, entre otros de esta vitamina; por tanto, es adecuada su utilización a fin de evitar los daños causados por su deficiencia, sobre todo los relacionados con la función inmune, glandular y cardiaca.
-Calcio y magnesio. Son necesarios para una buena transmisión del impulso nervioso y como reguladores de la actividad de los nervios y músculos. Además la hipocalcemia está asociada a estados orgánicos de ansiedad.
-GABA (ácido gammaaminobutírico). Tiene una reconocida actividad sedativa y ansiolítica aunque es importante no tomarlo cuando se consumen benzodiacepinas (sustancias que se utilizan para reducir la ansiedad y como inductores del sueño además de como relajantes musculares y anticonvulsionantes; crean adicción y numerosos efectos secundarios).
-L-5 HTP. El 5-hidroxitriptófano incrementa los niveles de serotonina y aunque está indicado para los estados de depresión puede ser de gran ayuda en la ansiedad.
-Fósforo y selenio. Se debe cuidar su deficiencia ya que está asociada a estados alterados de la conducta y las emociones.
-Inositol. Su presencia es interesante ya que participa en el ciclo metabólico del fosfatidilinositol, un sistema utilizado por receptores como la serotonina o la noradrenalina.
-Omega 3. Permite tratar la agorafobia, un problema que se da con frecuencia en los estados de ansiedad.
-Glicina y taurina. Estos aminoácidos son neurotransmisores inhibitorios en el cerebro y en este caso pueden ser útiles para el tratamiento de los estados de ansiedad.
-Adaptógenos. El ginseng, el regaliz, el eleuterococo, la uña de gato, el pau de arco y la maca -entre otros adaptógenos- son muy útiles en casos de ansiedad. Y si bien tienen multitud de funciones aquí nos interesan por su capacidad para ayudar al organismo a aumentar su resistencia frente a las influencias adversas, tanto físicas como emocionales.
(Recuerde que el tratamiento a seguir y las dosis a tomar debe indicarlas un especialista de la salud. Este artículo tiene sólo carácter orientativo).